Un día en el Tigre

«Un día en el Tigre» Por Dr.Frequency

Solo... Como hacía tiempo que no estaba; Pero estoy disfrutando de ello. Me vine al Tigre, uno de mis lugares favoritos, me tomé una lancha y almorcé en el buffet de la isla con desconocidos. Desde acá puedo ver como algunos pequeños juegan en el río con cosas inflables que flotan; Los mayores pescan en un pequeño muelle de madera; Los de la tercera edad se divierten con los juegos de mesa. Yo, tomo mi cuaderno y un bolígrafo y les comienzo a contar in situ esta hermosa experiencia.

Recuerdo perfectamente la primera vez que estuve aquí, puedo incluso cerrar los ojos y revivirlo. Fue aquella vez que con mi amigo de la secundaria, nos habíamos puesto de acuerdo para pegar el faltazo a clases y habíamos decidido hacer una visita a la desaparecida radio FM Energy cuando estaba allí en Suipacha al 400, al salir de allí era aún demasiado temprano como para volver a casa, fue así que decidimos desde Retiro partir con destino final estación Tigre del ramal Mitre.
El Mercado de Frutos fue lo primero que quise que mi amigo conociera, aquél hermoso lugar a orillas del río en donde uno podía comprar antigüedades o simplemente pasarse el día en familia, tomándose fotos junto a las embarcaciones características del lugar.

Volviendo al aquí y ahora, luego de esta reseña del pasado, llego a oir los rugidos de algunos motores que logran llamarme la atención, es así que me paro y me acerco al balcón del buffet, fue una verdadera sorpresa ver las primeras lanchas y motos de agua de la tarde. Es que los lugareños y visitantes más afortunados, luego del almuerzo, salen a practicar deportes acuáticos; Yo, en cambio, me conformo con quitarme las zapatillas, acercarme a la orilla y remojarme los pies en el agua. Es increíble la paz que encuentro en este lugar, los motores fuera de borda son los únicos que cortan el silencio del lugar, pero, sin llegar a ser molestos ya que corren a muchos metros de la costa.

Una gota humedece mi hoja, indica el comienzo de una fina y agradable garuba que logra bajar la alta temperatura que estaba haciendo allí. Busco reparo para poder continuar, no quiero dejar mi relato a medio terminar, camino un poco y empiezo a escuchar algo de música, hago contacto visual y logro ver que se trata de un parador, tomo asiento adentro y ordeno un licuado de banana. La música que allí sonaba no dejaba de llamarme la atención y gustarme... La paz del Jazz... Que excelente combinación; La fina lluvia, el sonido de las motos de agua, el río, el Jazz, mi cuaderno y yo. Todos aquí reunidos para disfrutar de una hermosa tarde; Lejos del bullicio capitalino.

Promediaban las 18:30 Hs, cuando una persona se acerca y dice que la lanchas para volver dejarían de andar en media hora. Fue así que supe que el final de este relato había llegado y que era hora de volver a la rutina.